Día Mundial del Medio Ambiente: ¿Hacia dónde va la moda?

La moda es un concepto que engloba diferentes ámbitos que influyen en nuestra vida – y ahora, más que nunca, el factor medioambiental juega un papel primordial. Por eso, y para celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente, hablamos con expertos del mundo de la moda sobre su visión hacia el futuro.

 La moda es política, economía, cultura y relaciones sociales. Es capaz de unir, separar, crear y romper. Su poder es infinito. Puede hacerlo todo, y a la hora de hablar sobre el futuro que nos depara, ellos lo tienen claro.

Anna Wintour, directora de Vogue USA, lo dice alto y claro: “o sabes de moda, o no sabes”. Sin embargo, a la hora de hablar sobre este universo, la percepción suele ser tan fría y banal como la que promueve la propia industria, con estereotipos que son retroalimentados por los mismos medios de comunicación, Hollywood y las redes sociales, como por ejemplo Instagram. ¿Por qué? Porque, consciente e inconscientemente, se proyectan atributos físicos y de personalidad a todo aquel que se dedique en cuerpo y alma a este oficio. 

Cuando la realidad es que, pese a quien le pese, nadie se exime de la industria de la moda. Y da igual que seas alguien que se acaba de comprar un saddle de Dior de 2.500 € o una persona que compre una riñonera en el Rastro por 1 €. A ambos los unen unas ideologías, unas creencias, una cultura y una economía, dispares, eso sí; que provocan que se decanten por consumir cierta tipología de producto. Pero ninguno es superior al otro. Simplemente, son distintos. La economía influye, ayuda; pero por sí sola no quiere decir nada.

No obstante, y sea como fuere, hay una cosa que está clara: la moda puede ser impredecible, al igual que el futuro. Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta: ¿hacia dónde se dirige un mundo donde, supuestamente, está todo inventado? Es una cuestión difícil de resolver. Sin embargo, la gran mayoría lo tiene claro, la industria fashionista se siente preparada para dar otro salto trascendental: seguir siendo un instrumento de los grandes cambios sociales, proponiendo de primera mano las alternativas para transformarlo. ¿De qué manera? A través de una moda diversa y sostenible, artística y disruptiva; con materiales sostenibles como los recursos naturales, y con un propósito real para cada una de las marcas. 

“A los gobiernos, hacer un verdadero cambio les costaría mucho dinero y por lo que demuestran están muy lejos de querer cambiar”, Jessica Pullo.

A pesar de todo, es un tema que puede mirarse desde diferentes perspectivas. Por eso, hemos reunido a grandes expertos, entre los que figuran el diseñador español y ganador de la pasarela de Ego de julio de 2019, Dominnico; la diseñadora argentina Jessica Pullo; la gestora cultural y docente en el IED Laura Cerrato; y la directora de la ACME, Pepa Bueno. Todos ellos reúnen diversas opiniones y distintos ámbitos donde todos tienen algo que decir, porque de una forma u otra, quieren contribuir a ese cambio de mentalidad y de actuación que todos tendremos que hacer tarde o temprano.

A día de hoy

Una pregunta tan aparentemente sencilla puede crear bastantes controversias y momentos de folio en blanco. En qué momento se encuentra la moda no es una cuestión fácil de definir. Muchos afirman que estamos en un momento muy bueno, nos hablan de su situación personal, como marca o consumidor, y aseguran que es la gran oportunidad de los nuevos talentos. Sin embargo, otros muestran cierta preocupación por una situación más global, que acapara, tal vez, un futuro no tan lejano. “Francamente, creo que la moda está en un momento bueno. Hay muchos creativos y diversas propuestas que abarcan un abanico muy amplio. Dentro del panorama nacional, ‘los nuevos’ estamos empezando a tener un hueco y luchamos por compartir escenario con ‘los grandes’. No obstante, también pienso que la gente debería cambiar el chip y dejar de apostar por el fast fashion. Al final, son muchos eslabones superpuestos”; nos cuenta el diseñador Dominnico.

La moda rápida o el fast fashion es una de las principales preocupaciones de los creadores y personalidades del mundo de la moda. A día de hoy, el 80% de la ropa que compramos no se recicla. Es una situación insostenible en el tiempo. “Sin duda, la moda rápida es una corriente que ocupa un nicho enorme del mercado, y esto merece una reflexión. ¿Por qué es así? Pero lo más importante, ¿cómo hemos llegado a ese punto?”; añade la gestora cultural y docente en el IED, Laura Cerrato. 

“La moda se ha convertido en un sector muy importante en la economía. Solo si contamos lo que llevamos de este 2019, la moda representa el 2,8% del PIB anual”, Pepa Bueno.

Sin embargo, la actualidad en el mundo de la moda también debe salir del sector y globalizar su mirada hacia los posibles responsables. La diseñadora argentina Jessica Pullo menciona a las empresas del sector retail como uno de los principales promotores. “Son las causantes de la gran contaminación y explotación laboral alrededor del mundo. Están tratando de limpiar sus nombres con aparentes esfuerzos que se reducen a un simple greenwashing, ya que hacer un verdadero cambio les costaría mucho dinero y por lo que demuestran, están muy lejos de querer cambiar”.

Porque una cosa está clara, nos hemos convertido en el principal impulso de la renta nacional. “La moda se ha convertido en un sector muy importante en la economía, tanto a nivel español como internacional. Solo si contamos lo que llevamos de este 2019, la moda representa el 2,8% del PIB anual, lo cual supera al sector primario, que es la agricultura, ganadería y pesca. Se ha convertido en un signo de deseo. Y ya no solo para las clases altas, sino para todo el mundo”; anuncia la directora de la ACME, Pepa Bueno.

La conciencia

¿Dónde nace la conciencia ante un problema como este? La situación agravada sobre el impacto de la industria fashionista se materializa en el pensamiento de las nuevas generaciones, que han despertado en nosotros una preocupación por el futuro de nuestro ecosistema. La masividad con la que realizamos nuestras compras se debe a las corrientes fast fashion–compro mucho, pago poco–, las cuales ya no solo se encargan de llenar nuestros armarios, sino también nuestros océanos.

“La conciencia de la gente es quien mueve el mercado”, Dominnico.

No obstante, si nos preguntamos hacia dónde nos dirigimos la incógnita podría ser mayor. El futuro es incierto. Pero una cosa está clara: el planeta está en alerta y ya no hay forma real de ocultarlo. “El mundo debería ir hacia el consumo responsable, sino nuestro futuro será un mundo apocalíptico. No existe un planeta B. Otra cosa es los eslóganes que se banalizan a fuerza de usarlos, pero, por suerte, tenemos consumidores con conciencia”, nos dice Pepa Bueno.

Si no cambiamos el sistema, nuestros hábitos de consumo y de alimentación, el planeta tal cómo lo conocemos dejará de existir. “Deberíamos crear una nueva forma de hacer moda donde no exista el maltrato laboral, ni la contaminación. Sé que puede parecer una utopía, pero puede ser real si todos colaboramos”; nos cuenta Jessica Pullo.

Todos coinciden en lo mismo, los cambios y, sobre todo, la conciencia del ser humano juega un papel primordial. “La conciencia de la gente es quien mueve el mercado, es lo que provoca que haya cambios con respecto al uso de pieles, o con todo lo que es eco o no. Somos una sociedad que va evolucionando y en el mundo de la moda también nos estamos adaptando”; añade Dominnico. 

Slow Fashion: ¿marketing o real?

El Slow fashion es la otra cara de la moneda. Ya no es un rumor o un esbozo en el aire. El pensamiento de muchas personas está cambiando. Por eso no es de extrañar que muchas firmas y casas de modas apuesten por la sostenibilidad a la hora de diseñar, confeccionar y vender sus colecciones. Y no solo eso, sino que reciclar prendas o la elaboración de materiales sintéticos que no perjudiquen al medio ambiente es otra de las opciones que se está llevando a cabo.

En cuanto al panorama nacional, España es pionera en cambiar los modelos de producción: “conciencia, ética y consumo responsable” es el eslogan que cobra fuerza entre multitud de personalidades del mundo de la moda. En nuestro país, las búsquedas de marcas sostenibles han aumentado un 60% respecto al año anterior. Los consumidores ahora primamos la ética antes que la estética.

“Si nos ponemos a analizar la industria textil nos damos cuenta de que va en contra de la vida, del planeta y de nosotros mismos”, Laura Cerrato.

Por lo que no es una novedad el hecho de que ya ha llegado la ola verde. Lo vegano y lo ecológico se han vuelto un imprescindible. ¿O será una tendencia? “Si nos ponemos a analizar la industria textil nos damos cuenta de que va en contra de la vida, del planeta y de nosotros mismos. No hay manera de mantener esto”, espeta Laura Cerrato. “El Slow fashion va a un ritmo más natural, más orgánico. Está pensado para que las cosas duren más tiempo”; añade.

Sin embargo, las opiniones se enfrentan, porque dentro de la gran devoción aparente que tiene esta corriente, existen grandes vacíos informacionales. “Como peletero, puedo decir que el pelo es mucho más biodegradable que el plástico. Ahora todos somos eco-friendly, pero lo que mucha gente no sabe es que una camiseta de algodón orgánico no puede costar 4,99 €. Eso es una estrategia de marketing”; acuña Dominnico.

Lo que está claro es que una de las mayores dudas que habitan en las mentes de todos los que confían en este renacer de la industria textil es si funcionará. Pero según Jessica Pullo, tenemos dos opciones: vivir en un mundo sano y sostenible o hacerlo en un mundo contaminado donde se vulneran constantemente los derechos humanos. Tiene que funcionar, y para ello, las redes sociales pueden ayudarnos. “No tenemos mucho tiempo. Y es muy importante que nos informemos, que nos volvamos consumidores responsables, y que tomemos conciencia de que cada acto de consumo es una decisión sobre el mundo en el que queremos vivir”.

Educación

Para que estos cambios se lleven a cabo hay que educar al consumidor. La mayor parte de ellos no es consciente de las consecuencias que acarrean tomar ciertas decisiones. Cuando una población se ha acostumbrado a encontrar en las tiendas prendas por 3 €, decirles que ese precio no es normal, es muy complicado. 

El principal problema subyace en que el consumidor, cuando compra, en lo último en lo que piensa es en la calidad de las condiciones de la persona que ha creado ese producto. La explotación laboral es uno de los problemas mayores de los países subdesarrollados, pero es la única manera efectiva de que las empresas consigan grandes volúmenes de prendas a un coste insignificante. “La parte social es muy importante, porque el problema no es que nos estemos cargando medio planeta, sino que estamos explotando a la otra mitad”, nos cuenta Pepa Bueno. “Gracias a las redes sociales, la cultura de moda se ha extendido. Ahora, tanto los medios de comunicación como asociaciones como la nuestra, debemos educar en lo que supone consumir moda”; añade.

“Ahora todos somos eco-friendly, pero lo que mucha gente no sabe es que una camiseta de algodón orgánico no puede costar 4,99 €”, Dominnico.

Además, cada vez son más los que se preocupan por las condiciones de los trabajadores. Y Laura es tajante: “O decidimos acabar con ese consumo de la camiseta a 3 €, o seremos nosotros los acabados”.

Pero, a pesar de ser uno de los mayores problemas que atormenta al mundo contemporáneo, el sello low cost ha conseguido acercar la moda a las economías de clase media y baja. Fue una forma eficaz de eliminar las barreras clasistas. “Uno de los principales problemas residen en la economía. No todo el mundo se puede costear una camiseta de 200 €, pero lo que puede hacer es comprar una de 20 € y no docenas de ellas por temporada. Tenemos que dejar de comprar de forma masiva”, añade el diseñador Dominnico.

La moda, en cifras

Vivimos en sociedades que son expertas en consumir y que están ansiosas por comprar. Trasladando esta idea a los datos, el daño se multiplica en varios ceros. La seducción de la industria de la moda es casi irresistible. Todo el mundo consume moda a diario, incluso quién trata de ignorarla o despreciarla. Y no vamos a dejar de hacerlo.

Sin embargo, a estas alturas ya sabemos que la industria textil es la segunda industria más contaminante del planeta, pero lo que puede que no sepamos es que utiliza 3.000 litros de agua para producir un solo pantalón, y que esto se traduce a aguas residuales con químicos que no deberían estar en contacto con nuestra piel. El coste medioambiental que supone confeccionar una blusa, las condiciones en las que lo hacen, así como su procedencia, influye cada vez más en la decisión de si comprar o no hacerlo. Y desde que se corrió la voz sobre los problemas éticos y ambientales que genera la industria de la moda, existe una comunidad, cada vez mayor, de diseñadores y consumidores que destacan entre los apasionados que quieren redefinir el mundo de la moda. Su misión es mostrarle al mundo que la moda puede ser ética y respetuosa con el medio ambiente gracias al diseño de marcas de slow fashion. Su lema es «verse bien mientras se hace el bien».

“El consumidor tiene mucho poder de decisión a la hora de influir en los modelos de producción”, Pepa Bueno.

Según ha dicho The Business of Fashion en su informe anual junto a McKinsey & Company’s, necesitamos “un urgente despertar de la industria de la moda”, un cambio estructural definitivo y mucha conciencia medioambiental. Los gobiernos, las leyes medioambientales, la regulación de materiales o erradicar la explotación laboral… podrían solventar algunos problemas. Aunque… ¿Todo eso cómo se hace? “Estoy convencida de que, si estamos concienciados, tenemos el poder de exigir que se tomen todas las medidas necesarias. No es un camino fácil el deshacer lo que ya está hecho, y el cambio nos incomoda, nos asusta. Es normal, es una condición humana. Pero hay un problema, y es que no nos queda otra”, nos cuenta Laura Cerrato. 

El reto más importante es consumir con consciencia y de manera responsable. Eso obligará a las empresas a seguir por ese camino. Asimismo, y tal y como nos explica Pepa Bueno, el cambio se basa en la ley de la oferta y la demanda, “el consumidor tiene mucho poder de decisión a la hora de influir en los modelos de producción”

En definitiva, la conclusión a la que se llega después de estudiar todas las posibilidades viene en forma de frase dramática: y es que los únicos que podemos hacer algo para que el planeta no se vaya al traste, somos nosotros. Es una gran responsabilidad, la cual requiere cierto grado de rapidez y de actuación. Porque, aunque la gran mayoría todavía no sea consciente, el futuro de la moda, y por consecuente, el del mundo entero está en nuestras manos. 

Este es el principio de una nueva era. Ya lo dijo Coco Chanel: “La moda no sólo existe en los vestidos. La moda está en el cielo, en las calles, la moda está relacionada con ideas, con la forma en que vivimos y, sobre todo, con lo que está pasando”. Y no hay duda de que el futuro de la moda comienza con la palabra cambio y prosigue con la sostenibilidad. 

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