La música ya no es la que era. En una época donde ya no emergen estrellas del rock, sino del reggaeton, la tarea se centra en cambiar las letras.
No es ningún secreto: la música, al igual que la sociedad, ha cambiado. Avanza, aunque jamás hubiéramos pensado que géneros como el reggaeton o el flamenco pudieran tener una vuelta de tuerca como la que muchas mujeres les han dado. Y mientras que los ritmos latinos y el autotune prevalecen –si no, que se lo digan a Bad Gyal que lo usa hasta para hablar–, los mensajes han cambiado. Generalmente, porque estábamos hartas de los micro machismos que nos rodeaban en las letras de muchas canciones que queriendo (o sin querer) se habían virales. Y aquello de… “si te falto el respeto y luego culpo al alcohol” o “si me porto mal, qué es lo que buscas. Si te acercas más, no es culpa mía si me porto mal”, han llegado a su fin.
Por suerte, gracias a la progresión de las generaciones posteriores y al cambio de mentalidad de algunas investigadoras, compositoras y artistas, el reggaeton, al igual que otros géneros, han dicho basta. Porque señoras y señores, la música latina es algo más que una combinación de insultos y barbaridades, y así lo cuenta Mónica Figueras en un estudio realizado en el Departamento de comunicación de la Universidad Pompeu y Fabra: “es posible dar un nuevo significado a los estímulos musicales sexistas”. Y en una época en la que ya no hay estrellas del rock, sino que surgen como resultado de numerosas fusiones, este cambio es muy importante.

¿El resultado? Ahora son ellas las que deciden bailar, cantar y disfrutar, ya no como muestra de sumisión, sino porque se sienten atractivas. “Los seres humanos, sobre todo los jóvenes, estamos automatizados en multitud de aspectos. Nos vemos obligados a seguir ciertos estereotipos y me encanta que hayamos protestado, porque la música está para conectar, no para desconectar”, nos cuenta Brisa Fenoy. Sin embargo, hay algo muy importante a destacar, y es que la música se ha convertido en el medio actual con el que el ser humano expresa su visión del mundo. “Afortunadamente, es muy buen momento para la creación musical. Tiene mucha importancia el mensaje, lo que se dice. El artista tiene una gran responsabilidad”, añade Soleá Morente.
Dos visiones. Dos contrastes. Brisa Fenoy es una grieta en el sistema que dio el salto a través de Operación Triunfo y hoy acumula millones de reproducciones en Spotify. Ella fue la compositora de “Lo Malo”, que interpretaron Aitana y Ana Guerra en Eurovisión, y desde entonces no ha dejado reivindicar su espacio con versos como “yo decido el dónde, el cuándo y con quién”. Una decisión a la que se suma Soleá Morente con sus fusiones flamencas y latinas: “Tanto el trap como el flamenco son las culturas que más tirón ocupan. En el caso del esta última porque es una literatura y una expresión musical cargada de una verdad directa al corazón, y la gente necesita verdad; y en caso del trap, porque se están diciendo las cosas que antes no se podían decir”.

Son ellas las que alzan la voz, las que dan la nota en letras en la que ellas tienen la última palabra. Las mismas que aún hoy se resignan al hablar de la cosificación de la mujer. “En el terreno latino, existe. Solo tienes que ver los videoclips. Ahora hay un nuevo feminismo, y estoy de acuerdo con el mensaje: somos libres para decidir, hacer, decir y vestir como queramos; pero pienso que quizás, sexualizarse, no es el camino. El extremismo no es bueno”, argumenta Brisa Fenoy. Pero tal y como dice Soleá: “vivimos en una sociedad en que la liberación de este tipo de prejuicios va muy lento”. Pero avanzamos. Poco a poco y sin prisa (ni prosa).
No en vano las listas de éxitos se llenan de nombres femeninos. “Vamos en buena dirección, pero aún te encuentras todavía con actitudes que dejan mucho que desear”, nos cuenta la cantaora. Razón no le falta. “Estamos despertando. No con la rapidez que deberíamos, pero lo estamos haciendo”, añade Brisa Fenoy. Y mientras tanto, nos quedamos con esta reflexión: “Si alguien se revela, es que algo le pasa”.