Con más de cuarenta años en la industria, Miguel Marinero ha hecho de la moda una forma de vivir. En su versión más intensa y apasionada, presume de su capacidad por reinventarse y evolucionar dentro del sector.
Hay días que Madrid se convierte en un auténtico caos, aunque hoy la culpa no la tiene el tráfico, los turistas o las compras de última hora. Sino el tiempo, que parece no querer dejarnos avanzar.
No obstante, eso no es problema para encontrar (y descubrir) qué y quién habita en la calle Zurbano, 37. En pleno corazón de Madrid, Miguel Marinero y todo su equipo nos espera con muchos detalles que contarnos. Porque con más de cuarenta años en la profesión, si en algo destaca esta casa de modas es en su capacidad por reinventarse a sí misma.
Por lo que, nada más entrar, el ambiente cambia, el viento cesa y la bienvenida es cálida y acogedora. “Por fin te pongo voz”, me sonríe Miguel, el fundador y creador de la marca. Es un hombre alegre, y solo con escuchar sus primeras declaraciones me deja claro que es “un diseñador de los que saben”, de esos que podrían estar horas y horas hablándote de moda.
Así que, dejo el bolso y le digo que hemos venido a hablar de eso. Entonces, y tras una sonrisa de oreja a oreja que indica conformidad, decido empezar con la primera pregunta.
¿Cómo definirías a la moda?
Para mí, la moda es representar esa persona que quieres ser, la que quiere salir, pero que no dejas porque crees que la moda siempre vas a tener que cambiarla. Es una definición un poco compleja, pero llevo muchos años y he conocido a mucha gente que confunde el término “moda” con el “estilo”. Y si me das a elegir… Prefiero mil veces que, dentro de las modas, las personas apuesten y encuentren su propio estilo, para que se identifiquen con él.
Entonces, ¿dirías que se tiende a confundir “moda” con “productos” o “tendencias”?
Efectivamente. En esta pregunta mi experiencia es la que habla e insisto: la mujer ha de crear su propio estilo. Y da igual que sea la reina, una señora de la calle o la mejor madre del mundo.
“Lo más importante es que la mujer Marinero, ante todo, confía en mí”
¿Esta confusión es lo que nos lleva, muchas veces, a la banalización de la propia industria?
Sí, porque cuando alguien está confundido, no pone sus ideas en su sitio. Te pongo un ejemplo real: el mercado de las imágenes. Este mercado ha sacado un prototipo de mujer que causa dependencia al resto. Y aunque el resto sabe que perseguir u obsesionarse con esa apariencia no es saludable para ellas, les da igual. No parecen entender que cada mujer es única, especial y diferente. Eso me da mucha pena.
¿Y cómo definirías a la marca Miguel Marinero?
La marca Miguel Marinero cuenta con una trayectoria de cuarenta años con orígenes en el mundo de la piel y el diseño. La experiencia y la artesanía se une a mis hijos, Inés y Nicolás, quienes me han ayudado a que evolucione y se renueve. Es más, yo creo que ahora mismo somos pioneros en lo que hacemos porque es una marca muy completa. Tenemos desde vestidos de ceremonia hasta zapatos. Es un sin parar porque pensamos en dar el gran salto.
Con esa trayectoria tan larga, ¿recuerdas qué fue lo que te hizo querer comenzar?
Sí, la casualidad. Yo venía del mundo de la decoración y en los años 70 me ofrecieron empezar a trabajar con una persona que iba a montar una empresa, una peletería de 2.000 metros cuadrados, con cuatro salones y chimeneas encendidas. La idea de que yo formara parte de un proyecto así, en España, lo cual me permitiría desfilar, comprar en subastas, y viajar por todo el mundo, me enamoró. Tenía 25 años y eso también hizo que me formara y que descubriera una pasión en mí que puede que no supiera que tenía. Al menos, no de una manera tan intensa.
“Tengo la suerte de poder decir que siempre he trabajado y que trabajo en lo que verdaderamente me gusta”
Entonces, ¿las casualidades existen?
Ahora no podrían existir porque las cosas han cambiado y los tiempos son difíciles. Las nuevas generaciones cada vez se forman más y más; y me encanta porque te das cuenta de que están preparados para cualquier cosa, pero las oportunidades de antes no son las oportunidades de ahora.
¿Y por qué decidiste ponerle tu propio nombre a tu marca?
Porque eran los años 70 y eso era lo que hacía todo el mundo. Los españoles nos fijábamos en los parisinos, los italianos… Y tenía sentido que se hiciera, porque antiguamente el diseñador era la cabeza de la empresa y la persona que la integraba. Ahora, todos tenemos un equipo que nos facilita la tarea. Porque hoy en día, y cada vez con mayor frecuencia, los tiempos son menores.
Dime una cosa: ¿las reglas están para romperlas?
Claro que están para romperlas. Si no, ¿para qué están? Sobre todo, si eres joven. Los jóvenes tienen que ser valientes, sacar lo mejor de ellos y eso, con el tiempo, configurará su propio estilo a la hora de diseñar. Yo he estado en concursos y en certámenes de nuevas promesas y odiaba que me presentaran a alguien como “el Nuevo Valentino”. Cada marca, cada casa, ha de tener su propio sello que la identifique.
Nosotros, por ejemplo, nos reinventamos para hacer soñar a nuestras clientas, porque si no lo hiciéramos, no compraría.
Profundicemos ahí… ¿Cómo definirías a la mujer que compra prendas de Miguel Marinero?
Lo más importante es que la mujer Marinero, ante todo, confía en mí. Y es primordial, porque eso me permite sacar lo mejor de ella. La estudiamos: cómo viste, cómo son sus modales, si lleva joyas, cómo es su ambiente… Nuestro objetivo es que, si tiene un evento, vaya vestida de tal forma que el resto de mujeres se giren al verla pasar y sientan envidia.
Otra cosa es lo que hacemos en la web o el pret-à-porter, pero si alguien viene para que le haga algo especial, yo se lo hago. Al tener una agencia de modelos, incluso le digo cómo debe llevar el bolso, cómo debe posar o cómo debe comportarse, si eso hiciera falta.
En definitiva, son personas de confianza a las que le puedo decir “eso es un error” o “eso es un horror” con total libertad, siempre y cuando lo razone.
“España es un país que debería tener mayor ansia por internacionalizarse”
En una ocasión dijiste que “la moda de antes no es la de los divos de ahora”…
En los años 50, 60 y 70, el propio diseñador lo era por excelencia. Su círculo lo engrandecía, lo “endiosaba”. Y si todo iba bien y su desfile triunfaba, crecía y se sentía parte de ese mundo de clases y de “divos”. Cambiabas de vida, te comprabas el mejor coche, la fama te duraba muy poco, tenías que vender la empresa a otra persona y tú, como diseñador, te ibas a la mierda.
Ahora eso no pasa. Por varias razones: la primera, porque la gente está muy formada, y la segunda porque los diseñadores hemos ganado algo más de humildad.
¿Dirías entonces que las nuevas generaciones tienen más conocimiento sobre la causa?
No tienen el don de la experiencia, pero sí el de la cultura. Una persona que verdaderamente le apasione lo que hace, en este caso, el mundo de la moda, se pasa las 24 horas del día formándose. Por ejemplo, yo estoy todo el rato actualizando lo que pasa en la industria. Y la gente avispada y que, como tú dices, tiene conocimiento sobre la causa, si una peli recibe cinco Oscar, sabe que al año siguiente muchos diseñadores y artesanos apostarán por hacer algún tipo de referencia o guiño sobre la pasarela.
Las generaciones de hoy en día saben eso y muchas cosas más. Leen arte, multitud de libros, van a galerías, tocan los tejidos, y lo más importante: saben hasta dónde se pueden llegar con el volumen.
Todo lo que me comentas sobre las películas, los libros, las galerías de arte… ¿Es lo que configura o lo que puede configurar vuestra inspiración a la hora de crear?
Claro. Nosotros, como creadores, no paramos de inspirarnos en referencias, archivos, viajes, cosas que sentimos… Cada colección es un universo diferente al que le dedicamos prácticamente nuestra vida.
Antes me has dicho que tus hijos te han ayudado a que Miguel Marinero evolucione y se reinvente como marca, ¿pero es fácil trabajar con ellos?
Lo es. Además, nos llevamos fenomenal y tienen sus funciones muy claras. Lo mejor de todo es que los tres perdemos la cabeza por lo que hacemos. Estamos muy en sintonía. Hay mucha constancia y dedicación y son dos cosas que valoro mucho.
Por cómo hablas, me atrevería a decir que lo que a ti te mueve realmente es la pasión…
¡Eso es! Tengo la suerte de poder decir que siempre he trabajado y que trabajo en lo que verdaderamente me gusta. Por eso no me importa quedarme un poco más tarde de mi hora o no tener vacaciones. Me llena mucho lo que hago.
“Las oportunidades de antes no son las oportunidades de ahora”
Y a la hora de exponer y de dar a conocer el resultado de todo el proceso creativo, ¿qué supone desfilar en la semana de la moda de Madrid?
La Mercedes-Benz Fashion Week Madrid es la mejor pasarela de España y si tú desfilas ahí, significa que ya no hay un paso más. Cuando desfilé ahí por primera vez, supe qué era lo que me iba a encontrar, había hecho mis deberes. Anteriormente, había desfilado en la Joy Eslava, en el Casino de Madrid… No recuerdo que haya pasado un año en el que no haya presentado la colección y, honestamente, creo que cada vez lo hacemos mejor, el casting es maravilloso, y sentirte parte de eso, también…
Sin embargo, no puedo negar que echo en falta salir de Ifema. Está muy lejos del núcleo urbano de Madrid y cada vez cuesta más que la gente se traslade hasta ahí. Creo que sería bueno dar un pequeño giro.
¿Y crees que lo dará la nueva dirección?
Conozco a Nuria desde hace muchos años y ella es consciente de muchas cosas. Básicamente, porque era la que trasladaba nuestras demandas, era nuestra portavoz. Lo que creo es que tiene ganas y con ganas se puede hacer todo. Hay otras opciones, pero lo que está claro es que es un sinsentido hacer algo que no funciona y no creo que este formato lo haga.
¿Te refieres al cambio de fechas en el calendario?
Entre otras cosas, porque si desfilamos en enero, nuestro ciclo empieza en febrero y no hay tiempo suficiente para volver a crear algo que esté listo, que sea presentable y que tenga la calidad que nos define por antonomasia para julio. Además, no estamos dentro del circuito de fechas de otras semanas de la moda en el mundo y eso es un grave error.
¿Y en qué crees que deberíamos mejorar?
España es un país que debería tener mayor ansia por internacionalizarse. Tenemos mucho talento, hacemos las cosas bien, los jóvenes vienen pisando muy fuerte y si algo queremos, es esa fuerza para poder mover de una vez la moda española.