David Andrés. Del hockey a los fogones

Para él la vida es un reto: en el que hay que arriesgar, trabajar muy duro, formar equipo y, por supuesto, ganar. Y en ese juego, entre los fogones encontró su espacio. Él es David Andrés, y a golpe de “flick” ha llegado a lo más alto.

Él es uno de los rostros (y chefs) del momento. Puede parecer tímido, pero cuando hay un reto a la vista es el primero en querer superarse y no parar hasta conseguirlo. Tanto es así que hoy no solo es jefe de cocina del restaurante ABaC, con tres estrellas Michelin, sino que dirige su propio restaurante. ¿Su nombre? David Andrés. Y le reconocerás por sus zapatillas verdes “para mantener los pies en la tierra”, como siempre le recuerda su abuela.

Hacías hockey, estudiabas Arquitectura y a los 20 años jamás habías frito jamás un huevo (como quién dice). ¿Por qué dejarlo todo para ser cocinero?

Como bien dices, tenía 20 años, estaba en un momento en el que tomar muchas decisiones y en esa edad no siempre se ve todo claro… Pero en mí, a esa incertidumbre de no saber hacia dónde seguir se sumó que cada vez se me hacia más difícil la arquitectura – una carrera en la que mi hermano ya se había licenciado con nota, demostrando ser un genio.

Yo sabía que tenía que seguir otro camino si quería ser feliz, buscar algo más dinámico y más “manual” para una persona inquieta como yo. Un mareo mental que coincidió con una cena familiar a ABaC (ya que la gastronomía siempre ha sido el gran hobby de mi padre) y que despertó algo en mí, la voluntad de ver y aprender aquel oficio.

Yo sabía que tenía que seguir otro camino si quería ser feliz, buscar algo más dinámico y más “manual” para una persona inquieta como yo

Empezaste desde cero en ÁBaC, el restaurante de Jordi Cruz, y a los 25 años ya eras chef y mano derecha de Jordi, ¿cómo fue la experiencia?

Impagable. Yo me defino como un soñador y luchador, pero ni en mis mejores sueños lo hubiera imaginado…. Empezar desde cero en el mejor restaurante de Barcelona con Xavier Pellicer, que me contratara… Él fue y es algo más que un maestro, ejerció como padre como cocinero y aquél mismo año ganamos dos estrellas Michelin –y ahora acaban de recibir una más–. Fue toda una oportunidad que me permitió conocer otras cocinas como la de Neichel i Joan Roca, pero terminé de nuevo entre los fogones de aquellos que me vieron por primera vez coger un cuchillo.

En ABaC también conocí a Jordi Cruz. Para mí es mucho más que un jefe, es chef y es un amigo. Porque a su lado tuve que dar lo mejor de mí, pero a los dos años me propuso ser su mano derecha como chef de cocina y fue un gran reconocimiento. Ahora ya llevamos más de ocho años juntos y nunca dejo de aprender de él.

Pero quisiste volver a empezar de cero y crear tu propio restaurante…

Soy una persona con una mentalidad muy inquieta y en aquél momento, después de dos años trabajando en ABaC, quería algo más… Sentía que había finalizado un ciclo. Y junto a mi hermano vimos la posibilidad de arreglar un local y abrir nuestro propio espacio en nuestra ciudad natal, en Igualada, donde podríamos estar junto a nuestra familia.

Durante meses fue un secreto. Hasta que la semana anterior a la inauguración tuve que sentarme con Jordi, hablar con él y decirle que abría mi propio restaurante. Ese mismo día él también quería hablar conmigo: quería proponerme ser chef de cocina en ABaC. Era el lugar que me lo había dado todo, donde empecé a cocinar, no podía rechazarlo…, pero tampoco quise renunciar a mi propio proyecto. Así que desde hace cuatro años compagino los dos trabajos. Algo que no sería posible si no yo entendiera la restauración como un deporte, un equipo formado por cocineros y camareros que nos preparamos durante el día y vamos todos a una en el servicio, para que salga todo bien. Y he de decir que tengo dos equipos increíbles.

Háblanos de Somiatruites, ¿por qué ese nombre?

Nosotros somos muy familiares, amamos nuestra ciudad, y en cuanto vimos la posibilidad de unificar arquitectura y cocina ni siquiera lo pensamos. Y así nació Somiatruites, un nombre que nos identifica al 100 por 100: es una palabra compuesta, en catalán, que literalmente quiere decir Sueña Tortillas, pero que en sentido figurado, se le llama a la persona loca pero a la vez soñadora que cree en cosas imposibles, un visionario que lucha por conseguir metas imposibles.

Y nosotros somos así. Porque teníamos 25 y 28 años, porque en plena crisis apostamos por reformar y reabrir una fábrica abandonada en un barrio industrial de curtidores de piel, porque nuestras raíces nos unes a Igualada… Realmente empezamos a soñar y, desde entonces, no hemos dejado de hacerlo. Es más, vamos a ampliar Somiatruites con un pequeños hotel junto al restaurante.

Para él, la restauración es un deporte. “Un equipo formado por cocineros y camareros que nos preparamos durante el día y vamos todos a una en el servicio

En 2017, la revista Forbes te ha considerado en joven más influyente en la categoría en Artes, ¿cómo te sientes?

Yo soy una persona muy competitiva conmigo mismo y muy exigente. No me sirve nada que no sea auto superarme, que se consiga haciendo muy bien las cosas día a día y en equipo. Y si eres perseverante, todo llega: la felicidad, el agradecimiento de un cliente y los reconocimientos. En este caso, creo que desde Forbes no solo han visto a una persona joven, sino que ellos también son un poco “somiatruites” y unos soñadores… Porque aún nosotros no nos lo creemos (risas).

Bromas a parte, es uno de los reconocimientos que más ilusión nos ha hecho, no solo porque me enorgullece de mi equipo y de mi familia, sino porque implica mucha responsabilidad y respeto hacia otros profesionales que también se merecen este puesto tanto o más que yo. Eso sí, me da energía para ser cada día mejor.

También has ganado dos veces el concurso S. Pellegrino Young Chef como el mejor cocinero de España y Portugal…

No lo gané, lo disfrute. Y te digo que no lo gane porque no lo considero un concurso… Piensa que te dejan hacer una receta de cocina contemporánea, todo libre, para que te expreses con total libertad, como cuando a un artista le das un tapiz en blanco… Y a disfrutar.

Pero además S. Pellegrino te da opción de presentar este plato a gente como Joan Roca, Andoni Luis Aduriz, Botura, Achatz, Colagreco, Narishawa, en definitiva mis ídolos… Con solo 7 ó 8 años de experiencia en las cocinas tuve delante a algunos de los mejores cocineros del mundo me dieron su opinión sobre mi plato… Fue otro sueño, maravilloso.

Ojala esté año lo disfrute tanto como los otros años y pueda conocer a genios como Oriol Castro, Alijo, Roncero…

Porque para ti, ¿cuál es el mayor reto que hay en la cocina?

Hacer feliz y ver la sonrisa de un cliente. Que se levante de la mesa y venga a felicitar a todo el equipo. O hacer la cena a la abuelita y que te diga que una simple crema de calabaza es la mejor del mundo… Los cocineros somos unos afortunados.

Háblanos de ti. ¿Cómo es tu día a día?

Me levanto, me ducho, desayuno fruta y a trabajar. Entre semana en ABaC, domingo y lunes en Somiatruites, pero están relativamente cerca uno del otro, media hora en coche, y depende un poco del día.

Una ve entro en una cocina, en mi día puede pasar de todo, pero lo disfruto hasta la hora de ir a dormir.

E imagino que siempre con tus zapatillas verdes “para mantener los pies en el suelo”…, ¿cuántas tienes? ¿Cambiarás de color?

Tengo muchas, muchas,  y no creo que cambie de color, y mucho menos dejar de hacerlo.

Es algo que me recuerda a mi abuela, una mujer sufridora que quiere lo mejor para su familia, y que cuando un nieto lo elevan demasiado ella se encarga de hacernos saber que está feliz por nosotros, pero que hay que saber de donde se viene y tener los pies en el suelo…

Y allí siempre estarán mis zapatillas verdes…, para eso y para correr mucho en la cocina.

Antes de la cocina, tu pasión era el hockey… Pero ahora que es la cocina, ¿dónde te podemos encontrar cuando necesitas desconectar?

En Pedrafita. Una casa de campo del 1700 de mis padres, rehabilitada por mi hermano también, donde los fines de semana hacemos grandes bodas.

Pero es un sitio idílico, cerca de Igualada arriba de una montañita en el centro de la plana central de Cataluña, que te permite tener unas vistas kilométricas de todo el pirineo y de toda la plana catalana.

Es la natura en estado puro. Y las piedras de la casa respiran calma.

Casi sin pretenderlo te has convertido en un cocinero mediático, ¿cómo lo llevas?

¿Mediatico? Para nada.

Soy David Andres, hace 10 años no sabía hacer nada, y disfruto tanto aprendiendo a cocinar que nunca quiero dejarlo de hacer, yo quiero que se hable del trabajo bien hecho de mi equipo, porque David Andres no es nada más que una parte del equipo ABaC y del equipo Somiatruites. Además, en este país ya tenemos muchos cocineros mediáticos que con muchos años de experiencia en cocinas y más guapos, se han ganado estar allí arriba.

¿Quiénes son tus “ídolos” entre los fogones? ¿Con quién te gustaría compartir mesa?

Pues ya te he hablado de ellos: Pellicer, Neichel, Roca, Andoni y Jordi Cruz. Yo he aprendido a cocinar en estas cocinas y todo lo que sé, se lo debo a ellos.

Y me encantaría compartir mesa con todos, son genios, además muy diferentes el uno del otro, pero a la vez con muchos denominadores comunes de familia, equipo, en finalidad de gente cercana y buena gente.

De echo, en los siguientes meses, voy a publicar un libro personal, y quise desde primer momento que ellos formaran parte de él… Porque ellos son parte de mí.

Porque con tu carrera admirable, ahora mismo, ¿qué es lo que te queda por hacer? ¿Qué planes te esperan en 2018?

He aprendido de estos cinco maestros y todos ellos tienen otro punto en común: están arriba del todo y siguen aprendiendo día a día. Y fueron ellos que me trasmitieron esa pasión donde hay siempre ganas de seguir formándose. Ése es mi futuro.

Además, no dejaré de querer ser mejor día a día, de ser soñador y luchador, y como nos va la marcha, no cerramos ninguna puerta del futuro, y aún teniendo el restaurante siempre lleno, haremos el libro, haremos un hotel, haremos un concepto muy chulo con RTVE y muchas cosas buenas que irán viniendo.

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