Lo amamos, pero al contrario de lo que muchas personas creen, la historia del LBD (little black dress) no comenzó en la década de los 90. Lo hizo mucho antes.
Amar los LBD no es algo extraño. Es un básico de armario y un clásico que nunca falla. Todo el mundo tiene uno- y si no, debería. Sin embargo, el mito de que la historia del LBD comenzó en los 90’s es justamente eso, un mito.
La invención de esta prenda tuvo lugar con el debut de una mujer que ha cambiado la historia de la moda: Coco Chanel. Esta diseñadora no solo introdujo los pantalones al armario femenino, sino que popularizó el LBD. Pero no lo hizo sola, sino que Jean Patou también contribuyó a su expansión.
La historia de la moda cuenta con momentos icónicos en los que un little black dress era el principale protagonista. ¿Recordáis la película Con faldas y a lo loco? Pues seguro que Marilyn Monroe no hubiera estado igual de guapa si el vestido no hubiera sido un LBD. Ni mucho menos Rita Hayworth en Gilda. ¿Quién no querría ese vestido?
Una de las películas favoritas de cualquier fashion victim también cuenta con uno. Firmado por Givenchy y lucido por una mujer delgada con una facilidad asombrosa para hacerse moños. ¿Sabes de quién hablo? Claro. De Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. Un clásico lleno de clásicos. No podría haber sido de otra forma.
No obstante, la historia del cine no es la única que se ha nutrido de esta tendencia atemporal que resulta casi irresistible. Sino que la música también ha querido disfrutar de todo el espectáculo que supone.
Divas de la música pop, verdaderas reinas del escenario como Madonna o Tina Turner optaron por un LBD en momentos que sin duda, han pasado a la historia- tanto de la música, como de la moda.
Si disfrutas con alguno de estos mundos, deberías estudiar el vestido de Madona en el videoclip Like a prayer; y el de Tina Turner en esa explosiva actuación de 1985.
LBD hay muchos. Sexys, puros, grandiosos, espectaculares, sencillos, austeros,… Pero, ¿cuál es el tuyo?