Porque para ellos es importante que tú estrenes zapatos, pero que también lo haga uno de los niños o niñas de los más de 55 países donde colabora. Hablamos de TOMS, de sus alpargatas y del proyecto de Blake Mycoskie que ya han repartido más de 75 millones de zapatos.
Shoes for Tomorrow. O lo que es lo mismo en español: zapatos para el mañana. Así fue como nació TOMS en Los Ángeles en 2006. ¿Su creador? Blake Mycoskie. Y todo surgió tras un viaje a Argentina, país en el que vio como los niños y niñas más desfavorecidos no podían ser escolarizados al no poder hacer frente al coste de un par de zapatos. Pero hay más, porque el hecho de ir descalzos provoca enfermedades como la podoconiosis (enfermedad inflamatoria causada por un contacto prolongado con sustancias minerales irritantes del suelo) o infecciones por heridas en los pies, cualquiera pudiendo derivar en el fallecimiento de los más pequeños.
Es por ello que decidió crear su propia empresa tomando como referencia la alpargata argentina, pero ir más allá con un modelo “one for one”. Un par de zapatos para ti, otro para un niño o niña necesitado. Suena bien, ¿verdad? Más te gustará saber que hoy día colabora en 55 países que su ayuda no se limita a zapatos, sino que ha creado diversos proyectos para cubrir múltiples necesidades. Acciones como el “Sight giving” que se centra en ayudar a personas con problemas de visión mediante la venta de gafas tanto de vista como de sol; el proyecto “Water giving”, que proporciona agua potable gracias a su negocio de café; el proyecto “Safe birth giving”, que garantiza un parto más seguro e higiénico a través de sus bolsos y el proyecto antibullying crea programas de prevención para los más jóvenes con la ayuda de las mochilas TOMS.
Una ayuda que llega a los más necesitados a través de ONGs locales y organizaciones humanitarias. TOMS coopera con más de 90 asociaciones aprovechando el conocimiento que estas asociaciones tienen de sus regiones y pueden determinar cómo repartir estos bienes de la mejor manera posible. Además de medicinas y alimentos, las necesidades de los niños y niñas en esta situación van mucho más allá. El calzado es una forma de complementar el tipo de ayuda humanitaria que reciben por parte de estas ONGs, ya que les ayudan a prevenir enfermedades o ser escolarizados y esto permite un progreso tanto de su futuro como en lo que aportarán a sus comunidades. Cada pequeña ayuda supone una mejora muy grande en su calidad de vida.