Lo sabemos, son tu imprescindible para el verano. Porque todo look se arregla con un buen par de sandalias… Y esta es su historia.
La sandalia es un calzado durante miles de años ha acompañado al hombre. Sorprendentemente, ha conseguido reinventarse y evolucionar de maneras completamente distintas hasta el punto de constituir todo un universo en el mundo de la moda.
La sandalia como tal se remonta al antiguo egipcio. En aquel entonces, formadas con hojas de palmera y papiros, acompañaban a sus habitantes para ocasiones especiales. Lejos de ser un calzado para el día a día, simbolizaban el viaje al más allá y se le colocaban a los fallecidos antes de enterrarlos.
Su siguiente rastro, más reconocido, nos lleva hasta la Antigua Grecia, donde ya pasaron a ser un calzado recurrente compuesto por una suela resistente atada al pie por medio de cuerdas, cintas o bandas de piel de animales delgadas. A todos nos suena la clásica imagen del dios Hermes, volando con sus talaría (salnsalias aladas). De hecho, la palabra sandalia viene del latín sandalia. Sería uno de las pocas vestimentas que se utilizaban indiscriminadamente para hombres y mujeres.
Esta técnica, se refinaría hasta la Antigua Roma, donde tallaban las sandalias con toda clase de diseños. Las clases más altas también incoporarían cuentas de metales preciosos y gemas para su confección.
Paralelamente, las geta japonesas o las paduka hindúes también ocupaban un lugar importante en la sociedad. Otros ejemplos históricos incluyen sandalias hechas de materiales como el corcho, el tatami o ramitas.
Así pues, las sandalias cobraron relevancia en los territorios de clima más cálido. En este contexto aparecen las primeras variaciones en cuanto a suelas más o menos anchas o zonas de los dedos más o menos curvadas. Más adelante, en el siglo VII, el Imperio Romano Cristiano terminaría por dictaminar los pies desnudos como algo impropio. Esto provocó que las sandalias desaparecieran hasta 1300 años posteriormente.
La sandalia terminaría por convertirse en un calzado bastante más revolucionario de lo que vemos ahora.
Tanto fue así que la sandalia terminaría por convertirse en un calzado bastante más revolucionario de lo que vemos ahora. En la época Victoriana, Edward Carpenter consideraba a los zapatos corrientes como “ataúdes de cuero”: El escritor socialista y activista queer, fue muy influyente a nivel social pero también un gran defensor de la sandalia. Se considera el introductor de ellas en Gran Bretaña, tras probar un par de Kasmiri de la India. El autor, conocido como el Santo en Sandalias, consideraba llevarlas como un acto de liberación.
Hasta los años 20, la sandalia no sería bien vista ni siquiera en piscinas o playas. Por aquel entonces las mujeres comenzarían a combinarlas con pijamas de playa para los días soleados. Una década después las sandalias volvieron, ocupando la pista de baile junto al tacón y los vestidos de gala.
A partir de ese momento, la sandalia comenzó a tener mayor repercusión en el ambiente femenino. Numerosas modelos como Ginger Rogers o Lana Turner, las lucieron en varios eventos. Junto con la llegada del tacón se convirtieron en dos iconos de la feminidad, que normalmente irían de la mano. Asimismo, empezaron a aparecer variedades como las alpargatas, las sandalias con correa en el talón o las de paja, con inspiración mexicana.
Junto con la corriente hippie, la visión de ellas comenzarían a verse como un elemento informal y desaliñado, para clases bajas
Los años 60, fue otro momento fundamental para la historia de este calzado. Con el énfasis en tobillos y en los dedos de los pies la versión moderna de las chanclas cobró un aumento en su demanda. El espíritu hippie llenaba las calles y los pies de los jóvenes de la época. De nuevo, las sandalias volvieron a asociarse tanto a hombres como mujeres. Las sandalias tipo Jesucristo o las Havaianas inspiradas en las Zori japonesas eran el calzado de moda. No obstante, junto con la corriente hippie, la visión de ellas había cambiado. Comenzarían a verse como un elemento informal y desaliñado, para clases bajas. Esta dinámica permanecería así hasta los años 80 donde la alta costura cambiaría esta visión.
Inspiradas en su época griega y romana, los 80 postulan a la sandalia como la pieza predilecta. Desde entonces, diseñadores como Alexander McQueen, las involucraron como un esencial en todas sus colecciones de primavera-verano. Revaluando lo minimalista y la comodidad, las sandalias llegaron a su auge hasta nuestros días. Desde entonces hemos visto como se han adaptado a todos los estilos. Destacamos las sandalias gladiador de los 2000s, su reivención por parte de Celine añadiendo una capa de pelo en el 2012 o las cangrejeras de Alexa Chung en el 2019.
A partir de ese momento, la sandalia se ha convertido en un calzado que tras recorrer todas las clases y géneros, nos acompaña hasta nuestros días como un básico fundamental. ¿Quién se imagina un verano sin nuestras sandalias favoritas?