Vamos a ser caras (y también sinceras). La mujer de hoy en día vive – o más bien, sobrevive – en un mundo condicionado por “las prisas”, la falta de estabilidad laboral y los estereotipos.
No obstante y gracias a los movimientos feministas hemos avanzado en materia de igualdad. Aunque todo sea dicho…. Nos queda mucho para que esto sea real. Y la presencia de lo políticamente correcto impone dogmas en la definición de los roles de género que entremezclan lo moral y lo político. ¿Qué quiere decir eso? Que toda imposición va en contra de las libertades individuales.
Ya, suena fatal (y es peor, creedme). Por eso, GrupoLaberinto, el último concepto en psicoterapia, ha analizado en 10 claves cómo todavía, a día de hoy, ser mujer no es tan fácil como nos hacen creer.
La misma ‘hembra’
Pues claro que sí, porque la imagen de la mujer todavía sigue siendo la que desea perpetuar la especie y se desvive por el desarrollo de sus crías. Sin embargo – y gracias a quién sea–, en los últimos años se ha desvinculado de la obligación de ocupar ese rol para ocupar otros roles en la sociedad para los que es tan válida como los hombres.
Cambios en la familia
Que la mujer tenga derecho y libertad para trabajar, produjo cambios en la familia y en la sociedad entera, diversos problemas y conflictos que no tienen vuelta atrás. ¿La razón? Que la sociedad patriarcal descansaba sobre la base de una mujer destinada a la crianza y al trabajo sin descanso, ni reconocimiento en el hogar, pero sobre todo sin libertad de movimientos.
¿Mujeres todoterreno?
¿Cuántas veces habremos oído dicha expresión? Sí, ya; un montón de veces. Sin darnos cuenta, nos hemos estereotipado (esta vez a la inversa). Nos hemos deshecho del arquetipo de la mujer relegada al cuidado de la casa y los hijos pero una mujeres “todoterreno” se ve forzada a conciliar la vida familiar y tener éxito laboral, ser emprendedora, exitosa y buena madre. Esto… Todo a la vez… Resulta agotador.
La posibilidad de lo imposible
Porque cuando somos mujeres, nos vemos retadas en numerosas ocasiones a conseguir lo imposible. ¿Es posible trabajar y criar? Cada una debe responderse a esa pregunta. Educar y cuidar a los hijos es una tarea importante y exigente, que requiere (mucha) presencia. En multitud de ocasiones, nos agobiamos porque no llegamos a todo – y es normal.
Culpabilidad
No hay nada peor que sentirse culpable de algo de lo que no se tiene la culpa, pero este sentimiento aparece, junto al estrés, como resultado de vivir con la exigencia de un rendimiento muy superior al saludable. ¿Consecuencias? Claro que las hay, desde problemas físicos y mentales, como ansiedad y/o depresión.
Reajustes y crisis de roles
La estructura de “las nuevas familias” requieren de ajustes y negociaciones constantes para alcanzar un equilibrio. La pareja también se está transformando y el hombre, por su parte, está experimentando su reajuste y su crisis de rol.
No quiero ser madre, ¿y qué?
Y a veces, ni pareja. Bien, pues parece que eso es un problema. Porque aquellas mujeres que ni lo buscan (ni lo desean) son señaladas y exentas de muchas conversaciones, grupos y relaciones sociales. Sin embargo, al final, lo que muchas deberían tener en cuenta es que no se trata de buscar una conciliación entre la vida laboral y familiar, sino preguntarse si buscan esa conciliación o no.
Primero mi aprobación
¿Algo sumamente importante? Reflexionar sobre nuestros valores personales ¿hacia dónde quiero ir? En ocasiones, condicionamos nuestro modo de vida en base a la aprobación de los otros, la evitación del rechazo o de sentimientos desagradables como la culpabilidad, la tristeza o la angustia. Y eso no puede ser.
Priorizar
Prioriza, querida, prioriza. Que… ¡quien mucho abarca poco aprieta! Ten algo claro: las necesidades van cambiando a lo largo de la vida. Por eso, es muy importante conocer nuestras prioridades, organizarnos y esforzarnos por alcanzarlas.
Para un momento
Y revalúa corrige y endereza. Muchas veces en la vida, tendremos que parar y analizar hacia dónde nos dirigimos por muy incómodo que esto sea. Para alcanzar una vida plena, libre de ansiedad (y sobre todo culpa) es fundamental observar los pasos recorridos y retocar el rumbo si fuera necesario.